El aroma de la menstruación vive escondido en las sombras del sistema de opresión y exclusión de lo femenino, se encuentra en el territorio de lo prohibido, aunque es una vivencia de más de la mitad de la población. Se les enseña a las infancias menstruantes que sus cuerpos son sucios y deben esconder los rastros de humanidad en ellos, a enmascararlos con fragancias florales, fragancias dulces y hermosas; femeninas. Cualquier aroma menos el de la humanidad, porque una mujer no es persona, una mujer es feminidad. Este perfume plantea resignificar el aroma de la menstruación como un elemento identitario apelando a la narrativa de parar de tenerle miedo a la sangre que emana de nuestras vulvas.
¡Viva la menstruación!
Adet
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